La tristeza de
nuevo
Amenaza en el
ocaso de mi ser.
No hay cura
que persiga
Para esta
enfermedad
Cuando ni siquiera
puedo alcanzar a verme
En el espejo
Donde no me
reconozco en la belleza,
En el amor,
En la
amabilidad.
Soy más
compendio de otras palabras
Mucho más
duras.
Soy más dolor
que tiene un cuerpo
Que cuerpo
que tiene un miedo,
Como si sólo
fuera uno,
Y no se
pareciera a ti.
Yo, que
también lo siento,
No puedo
evitar pensar
Lo distinto
que es del tuyo,
Lo bonito que
sería que se parecieran.
No pueden
asomarse más lloros,
Ni gritos
tras las decepciones.
Las esperanzas
se asesinaron,
El optimismo
se vertió por un puente.
Qué debo
hacer,
Si el
cansancio amenaza con establecerse
En esta mente
y en este cuerpo.
Pero esto
también soy yo,
Mis heridas,
Algunas, tan
mías como tuyas.
Quizá sucumba
otra vez a abrirlas,
A llorarles
encima porque el dolor
Es demasiado
potente y nubla,
A veces,
A cualquier
otro sentimiento.
No aguanto.
Yo también
tengo mis miedos
Y, hoy, no
tengo más fuerzas
Para continuar
enfrentándolos.
Temo ver que,
de verdad, hoy te has ido,
Que has
muerto un poco para mí,
Que quizás
eso prefieres
Y que las
lágrimas son incontenibles.
Temer que no
quede suficiente,
Que no se demuestre
la fuerza
Y ganen todos
nuestros miedos.
Si eso ocurre
Yo habré
desaparecido
De tu lado de
mundo.
No había lugar
para mi en el alma.
Ni en la
vida.
Y hoy, no hay
remedio,
Me gana la
partida
La tristeza.
Me gana el
dolor,
El nudo en la
garganta
Y no sé más
Cómo se
escribe
O solía
escribir.
Pierdo el
don,
Me vencen.
No sé si
pedir ayuda,
Si ya estoy
vencida.
19.07.15
Cristina Merino
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