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domingo, 11 de mayo de 2014

He descubierto que los demás cuerpos no se parecen al tuyo.
Que las noches no se hacen breves,
Que la eternidad estaba en ti y la perdiste.
No había noches en las que aguantara sus miradas,
Ni besara las ganas que tuvieran porque no existían.
Tus labios se sorprendían a cada pedazo de mi piel
Pero sus bocas estaban secas de incumplimientos.
Deseaba que la luz cegara sus ojos oscuros
E iluminara mi mente para discernir así que no había más cuerpos que el tuyo
Que yo quisiera recorrer con mis llagas,
Concedidas,
Después de mi propio ciclo de la pasión.
Imaginaba que mi descendimiento sería en tus manos
Y que tus brazos me portarían al sepulcro para que al tercer día
Sólo al tercero,
Nos levantaran las sábanas húmedas y destrozadas,
Y resucitáramos en el paraíso de otro Edén más caluroso.
He descubierto, que no quiero los otros cuerpos,
            Porque no se parecen al tuyo,
En el que podías desperdiciarlo todo y sacrificarte.
En el que la muerte no existía pues solo en tu cuerpo,
            En el tuyo,
Había vida.

11.05.2014.

C. Merino