© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


sábado, 27 de septiembre de 2014

Se me destroza el alma
aunque algunos quieren convencerme
de que el dolor proviene del corazón.

27.04.2014
C. Merino

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Se despidieron las sombras,
A escupitajos de sangre en la acera.
Ella levantó las manos
Y disparó con sus dedos a los cuerpos.
Pisoteó todos sus sueños,
Destrozó sus esperanzas.
Él no tuvo tiempo para empezar a correr,
A vacilar contra la pared y atravesarla.
Ella siguió andando sin mirar atrás,
Malgastando las esquinas mal posicionadas
Desconchando corazones abollados.
Y cuando los curaba, los sentenciaba.
Colocaba sus labios en su piel,
Bang bang,
Y sus manos disparaban,
Sus dedos masacraban sus ganas
Y su boca les hacía enloquecer, bang bang.

24.09.2014

C. Merino

martes, 23 de septiembre de 2014

Demasiado profunda lo llaman
Quizás demasiadas lágrimas también
Que jamás pude verter.
Ni cuando sabía que esto acababa,
Así, con antelación y negatividad,
Ni cuando mi corazón se encabritaba
Y juraba que no había razones.
No, al menos, para creer el destino.
Si yo ando, yo decido
Y he escogido rasgarte
Marcarte a fuego mis dactilares en tu alma.
He escogido que los demás se equivocan
Que mi lucha no acaba hasta mi muerte
E imagino que estará en tus manos la lanza
Pero te la cogeré y sustituiré por un beso,
Te compensaré con una caricia
Y me giraré sabiendo que vendrás a encontrarme.
Porque he cogido con mis manos los designios
Y he decidido que se han equivocado
Y que puedo y voy a cambiar sus tiradas.
Quizás por desesperación,
O por el síndrome del corazón entero,
Pero puedo cambiar lo que han visto
Pues yo decido dónde piso cuando ando.

21.09.2014

C. Merino

domingo, 14 de septiembre de 2014

No dejaba de tropezarme con todos mis miedos.
Me comía los suelos de calles irreconocibles,
Sabiéndolas mías.
Me desplomaba ante mis dioses internos que batallaban
Y se degollaban dentro de un yo insulso.
Me vacié de palabras y me dejé de escribir a mí misma.
Empecé a llorar todas las ganas a solas
Para evitar las tentaciones.
Me mordí mil veces la mano, cientos de miles la boca,
Por si se les ocurría recordarte en la nada,
A años luz de distancia, bajo otro satélite en otro mundo
En el que sólo la memoria iluminaba la inexistencia
Y el sol no surgía,
Y era la noche la que ardía en su completa oscuridad
Incapaz de iluminar tu cara.
Pero consigo levantarme aunque haya sangre,
Estoy a un tiempo de dejar las rodillas y alcanzar el cielo,
Hacer desaparecer las cadenas y desenjaular mi corazón,
Salvaje y huidizo,
De tu nombre que lo aprisionaba y cruel sacudía,
Empequeñeciendo su valor de hacerse grande.
Ya me preparo para tropezar otra vez.

09/14.09.2014

C. Merino