© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


jueves, 30 de octubre de 2014

Me entristeceré en ese punto
en el que entiendo a lo efímero y trascendental
de aquello que acaba 
aún cuando creía que era suficiente, 
si me gustaba, pensaba.

30.10.2014
C. Merino

viernes, 17 de octubre de 2014

Se prostituían mis maneras de quererte,
Se vendían mis esperas en las esquinas de mi cabeza.
Después de drogarme con tu aroma,
Estaba con el mono de tu ausencia.
Soñaba con otro mundo en tus manos,
Con abrazos contra tu cuerpo y el mío ahogado,
Dolorido entero por tu presencia.
Algunos médicos calificaron mi dolencia,
Un fallo cardíaco, decían, con el sello de tu yema.
Científicamente amor se llamaba,
Y aseguraban que tus ojos me mataban,
Que acababan conmigo tus maneras.
Yo me suturaba con risas exageradas.
Si eso era amor, estaba perdida en mi soledad extraviada.
Pero mi corazón no reconoció la palabra,
Seguía latiendo sin sentido, tal vez esquizofrénico,
Doloroso, como siempre, con tu añadido,
Con el añadido iracundo de tu rostro.
Y seguían latiendo sus pedazos vendados
Por todos los besos que me diste y no recuerdo.

17.10.14

C. Merino

miércoles, 15 de octubre de 2014

Se acerca el final,
Y tú a kilómetros de distancia
Sin acordarte de mi nombre
Sin pensar en mi cara
Estrangulando mis lunas,
Ahogando mis soles.

07.10.2014

C. Merino

viernes, 10 de octubre de 2014

No se han escapado las lágrimas,
De la prisión etérea de las calles.
He lanzado aprisa los gritos insonoros,
Por mi garganta,
Y me he desangrado inundada de ti.
Me he desgarrado sin haber amado,
Tampoco he vivido ni he muerto.
Se me ha comido la vida y el viento,
Me incitó caer.

10.10.2014

C. Merino

miércoles, 8 de octubre de 2014

Herimos como para no sobrevivir,
Para no recuperarme.
Es decir, me heriste indiferente en el silencio
Y se me ha quedado un regusto amargo
Procedente, creo, de tus labios,
En cuyos nervios mis orgasmos se hallaban.
Se me manifiestan sus fantasmas,
Las glorias antiguas inexistentes en el recuerdo.
Y no veo cómo ha terminado,
Si tú no lo deseabas, si yo no lo esperaba.
Si mis sueños siguen amenazantes en la almohada.
Qué esperabas, que quería yo,
Además de dedicarte algún poema,
De darme y olvidarme de quién era,
A que nombre respondía.
Gritar en los vacíos de tu cuerpo extraño
Abrazar las promesas sin pronunciar e imaginarias,
Porque mi mente me engañaba.
Y la herida decía que había terminado
Me lo susurraba y me mordía los dedos,
Pero me negaba a dejarme invadir
Por un cuerpo ajeno al tuyo, con otras trazas.
Y nos dimos muerte,
Con una despedida sin hacer,
Sin un hacer el amor en el portal mientras me besabas
Como si supiera a primera vez
Y nuestros labios se desconocieran y fueran vírgenes
Los unos de los otros.
Nos herimos como para volvernos a ver.

08.10.2014
C.Merino


martes, 7 de octubre de 2014

Se me escapaba la vida
Por gilipolleces como desaparecer
Sentir que me abrumaba respirar
Y perecer porque decidí huir.
Rezar al ateísmo más puro
Para suplicar dejar de temerte
Por si tenerte resultaba infantil
Imperdonable y no me reconocía.
Se me escapaba la vida
Y mi voz granaba
Por no saber llamarte.
Mis pensamientos deliraban
Pensando en la muerte,
Porque yo moría y tú me desaprovechabas.
Yo moría.

28.09.2014

C. Merino

jueves, 2 de octubre de 2014

Nos encontramos en una travesía sin luces.
Se han apagado los limites y se abren las ganas,
Cómplices de nuestras sombras y la locura.
Estamos donde en realidad no existe la calle
Y aún puedo perseguirte.
Quizá no alcanzarte, pues se me rompen los llantos,
Se me resquebrajan los labios que resiguen tus formas.
No hay putas que nos vigilen las manos,
Que me regañen por besarte con mis ojos en cada esquina.
No hay yonkis que me griten por arañarte, cuando agonizan en los bancos,
Por sacrificarte cada vez que soy débil
Y olvidarme de que existe un mundo que no te me ofrece.
Estoy más cómoda detrás de unas sabanas, y de una puerta.
Sin historias.
Sin pasado que nos persiga y aceche,
Para volarnos la cabeza, por locos, chalados, majaretas.
Serás tú la pistola que acabará conmigo,
Cuando nos amemos mal,
Cuando de repente sepamos cómo hacerlo
Y nos encontremos que no sabemos ni mirarnos,
Ni probarnos ni calibrarnos.
Cuando se caiga el cargador y se desperdiguen las balas.
Entonces, no habrá más locura sana,
De aquellas que echaré de menos.

16.07.2014

C. Merino