Nos encontramos en una travesía
sin luces.
Se han apagado los limites y se
abren las ganas,
Cómplices de nuestras sombras y
la locura.
Estamos donde en realidad no
existe la calle
Y aún puedo perseguirte.
Quizá no alcanzarte, pues se me
rompen los llantos,
Se me resquebrajan los labios que
resiguen tus formas.
No hay putas que nos vigilen las
manos,
Que me regañen por besarte con
mis ojos en cada esquina.
No hay yonkis que me griten por
arañarte, cuando agonizan en los bancos,
Por sacrificarte cada vez que soy
débil
Y olvidarme de que existe un
mundo que no te me ofrece.
Estoy más cómoda detrás de unas
sabanas, y de una puerta.
Sin historias.
Sin pasado que nos persiga y
aceche,
Para volarnos la cabeza, por
locos, chalados, majaretas.
Serás tú la pistola que acabará
conmigo,
Cuando nos amemos mal,
Cuando de repente sepamos cómo
hacerlo
Y nos encontremos que no sabemos
ni mirarnos,
Ni probarnos ni calibrarnos.
Cuando se caiga el cargador y se
desperdiguen las balas.
Entonces, no habrá más locura
sana,
De aquellas que echaré de menos.
16.07.2014
C. Merino
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