© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


lunes, 28 de marzo de 2016

FUEGO

A mi terapeuta siempre le cuento que te echo de menos, que cada vez que veo tu espalda el pájaro que anida en mi pecho me da un picotazo. Me falta mirarte y me faltan besos. Desapareces en la bruma del recuerdo y me jode que mi memoria sea tan perfecta que recuerde tus heridas y las distancias que nos separan (o dime que, en realidad, no existen y que mi mente es muy hija de puta). Ojalá pudiera quedarme para siempre rodeada de tu fuego, donde estoy en casa, donde le encuentro sentido al respirar, profundamente, de fuera a adentro. Tus llamas no queman, sólo se manifiestan en su color rojo y dorado, hermosas en su imponente poder destructor imaginario. Eres el demonio que es a la vez ángel, la coexistencia de la belleza del mundo proyectada en el ser humano. Porque lo único que prendes es mi boca en una mueca que te gusta, porque la felicidad, aunque a veces quema, te sonríe constantemente y no sé si lo ves en la seria esta que se hace llamar poeta. Eres el águila que rompe el cascarón para aceptar al mundo, también para aceptarme a mí. Para querer a mis luces y a mis sombras. Eres el ser que no llora, sino que sufre conmigo. Y mi expresión, encuentro que es nefasta, cuando te digo que te quiero. Siento que a esas palabras les falta fuerza para que fueran capaces de tumbarte siempre que te las diga.
Te merecerías el mundo cada vez que sonríes hacia la dirección en la que mi ente se encuentra. Ojalá supiera a ciencia cierta que jamás me iría, porque me aterra poder hacerlo, porque ahora sería incapaz de ese suicidio. Bastantes muertes me he dado ya para matar también a la vida. Tu vida. Para echarme de menos aún más porque te dije que te fueras. Quiero no decirlo nunca. Aunque tu vida es tuya y yo un período de tiempo. No quiero tener que oírlo nunca. Y si puedes, ángel, elimíname la fecha de caducidad impresa en mi angustia, porque Sabina sin conocerme a mí ya te decía lo de morirse si te matas.
Se me quedan cortos todos los textos de la Tierra y sé que ni en los otros planetas me entenderían, porque así soy, siempre queriéndome incomprendida. Pero esta vez no quiero dolor, te quiero a ti todo el tiempo que me quede a mí. Sin opciones que se resbalen por nuestras cabezas y nos agujereen el alma. Que los ángeles no lloran, que la belleza si sufre, hace sufrir el doble, y tú eres absolutamente todo bello, infranqueable ante el dolor que pueda sentir. Inmarcesible siempre para quererte. La serendipia que ni me imaginaba. Inefable amor que, aún etéreo, no dudes de que existe.
No me faltes ni dejes nunca de mostrar que me quieres en tus ojos verdes cada vez que miras y, por casualidad, te encuentras conmigo, justo cuando la chispa se hace fuego y soy inútil por no poder hacer otra cosa que amarte.

28.03.16

Cristina Merino





miércoles, 23 de marzo de 2016

Que todo se derrumbe
Pero que tu corazón
Siga latiendo,
Imperioso,
Ante el apocalipsis.

Cristina Merino

viernes, 11 de marzo de 2016

El búho

Si se ve todo al revés
Al otro lado del espejo
Me gustaría llevarte ahí,
A través de él,
Para que pudieras experimentar
Lo que yo siento al verte,
En el lado correcto
Del espejo
-si es que existe -
-si es que importa que exista -
Donde,
Mal o bien,
Sigo queriéndote.

04/11.3.16
Cristina Merino