El cascabel
se destroza, se ciega.
Se expanden
sus alas y se marcha,
No vuelve su
danza ni su sonido.
Se ha
olvidado de sus pálpitos,
De que tiene
un corazón que late y bombea con tu nombre,
Que sigue
respirando entre la multitud.
Que sigue
andando en el vacío insustancial del recuerdo.
Se escapa de
su entendimiento la inexistencia,
Cuando entiende
que se marcha para no volver.
No habrá más
declaraciones en cubierta,
Ni ojos con
los que poder hablarte.
No habrá vuelos
entre tus castigados dedos,
Ni escondites
en las partes más bonitas de tu cuerpo.
El cascabel
ha volado, ha muerto y se ha marchado.
Se ha
marchitado.
Descansa reposando
su sonido en un lecho de rosas,
Que acabarán
mutando por ansiarte.
Por enamorarse
de una memoria que jamás resultará la misma,
Que siempre
cambiará cuando acudas a ella.
Y el
cascabel ahí se mantendrá,
Con sus alas
extendidas, esperando, a que llegue la hora,
Aunque haya
entendido que la muerte viene bajo otras sombras.
Ha enfermado
a causa de la nostalgia,
Se ha
autolesionado para despistar al dolor.
Se ha
marchado, y no veo que haya vuelto.
El cascabel
se ha marchado y echo de menos su voz.
04.01.15
C. Merino