© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


domingo, 28 de julio de 2013

Seguiré gritando si es necesario.
No quiero bozales que me ahoguen.
No hace falta preguntar por qué se está así.
Porque seguiré chillando si así lo consigo
Si así consigo expresarme porque las palabras me faltan
Y sólo las onomatopeyas al final me abalan.
Pero no importa que no entiendas el rompecabezas
Yo tampoco entiendo el designio extraño
Del extranjero en que me he convertido,
Como voyeur  pasivo de las tormentas de las personas.
A mis huesos les hace falta fuerza
No levantan mi peso en carne y mi cabeza
Mi cabeza da vueltas, y si la encuentras
Si la encuentras tráela cerca porque me pierdo
Y me contagio de la nostalgia de los astros
Y me pregunto por qué nadie me lleva ahí
Aún cuando a veces lo he suplicado
Y luego con el tiempo se me pasa
Como una enfermedad que se ha curado sola
Pero que más tarde viene, y me ha hecho recaer
Pues quizás me he enamorado de su estela.
Seguiré susurrando alto entonces,
Hasta salvar mi alma que es eterna
Hasta martillar los clavos que me hacen sangrar
Hasta ver sanar las heridas olvidadas
Hasta mirar de frente a mi corazón bombeando
Vivo como las alas de aquel pájaro.
Hasta entonces, seguiré gritando.

C. Merino
28.07.2013

miércoles, 24 de julio de 2013

Mis pestañas lloran solas
Y el firmamento está prendido
Y arde todo el espacio ante mis ojos.
Y mi retina se ha perdido en los colores
De los arcoíris llameantes del espacio.
Mis manos arden también candentes
y mi cuerpo se contorsiona al son de tu voz
Que me grita sin continuidad, a trozos.
Fuiste lo más bonito que pude ver
Y me colgué de tu sonrisa como una niña
Como si aún me columpiara en el parque
Mientras mis ojos ahora aún arden.
Tú me ardes en mil versos y me ahogas
Entre los susurros que existieron en nuestros cuerpos.
Estoy ardiendo y mi corazón lo sabe.
Y mi alma es el agua
Que no consigue apagar la llama.
Y mis brazos no quieren soltarse de tus manos
Ni olvidarse de tus atardeceres vacilantes
Intentando acosar a las constelaciones.
Mis dedos no quieren olvidarse del tacto
Que tenían tus pensamientos.
Mis sentidos no quieren olvidarse, simplemente,
De lo que aún no he conocido
De lo que aún no ha venido a mí.

C. Merino
22.07.2013 

domingo, 21 de julio de 2013

Joder, cómo me gusta este vacío en mis oídos,
Este silencio que me habla de la fuga de cerebros
Este no ser que se expande como si fuera una tocata
Y la fuga se perfila solo en las teclas del piano.
Cómo me gusta la soledad que a veces me invade
Y cuesta que se vaya, porque la amo con mi alma
Y me canta por las noches cuando perezco y no sueño.
Cómo disfruto cuando me veo ondeando al viento
Al ritmo de la canción que no pude terminar nunca
Bebiendo de mi tierra que piso ahora, esta arena.
Los dedos no dejaron nunca de marcar el paso.
Y cómo me gustaba ese marcar de mis huellas
Ese sin sentido que a veces provocaban mis yemas.
Cómo me gustaba que mi mente me guiara
Porque me perdía entre notas oscuras y olvidadas.
Y mi cuerpo… mi cuerpo era un títere de terciopelo
Sujeto a las leyes que nos enmarcan como animales.
Cómo me gustaba la sensación de ir en tu contra
De ser un felino hambriento que navega a contracorriente
Y que alza sus alas contra el viento que le enfrenta.
Cómo me gustaba ser feliz cuando aún no lo sabía
Cuando aún no sabía que me quedaba ser libre
Y el palacio de la felicidad se despidió a bocajarro
Trozo a trozo, rasgando y desfigurando mi rostro
Que se bañó en lágrimas y en sangre sin remedio.
Cómo me gustaba saber que no sabía y engañarme,

Me gustaba ignorar la verdad de mis propias palabras.

20.07.2013
C. Merino

jueves, 18 de julio de 2013

No sé si lo sabías, pero haces la calle
Y  te embelesan los escaparates
Y la falsa libertad que respiran
Todos, todos menos quien lleva tu nombre.
Que no te engañen sus caras maquilladas
Hoy tampoco se han visto la cara.
Pero tú y yo lo sabemos.
Están encarcelados en sus normas
Van de rebeldes, saben jugar al juego
Y cuando la partida empieza temen
Sienten miedo de perder su utopía.
Siente pena por sus plumas, sus alas,
Que jamás notarán ese aire
Al cual con su presencia rasgan.
Tú te has plantado y te has levantado
Y le has dado la mano a la vida
Como si fuera una despedida
Al borde del acantilado de la locura.
Has follado, has bebido, has bailado
Y te has fumado las putadas.
Las has aguantado de rodillas, andando.
Te arrepentiste de las ofertas
De la génesis de la desesperación.
Y deberías cabrearte, cabréate,
Pégale y escúpele a la muerte
Porque no ha escuchado tus plegarias
Y Dios parece que no ha movido nada
Ha sido un voyeur contemplador del alma
Y ha visto como ardías en todas sus llamas.
Llora porque te han obligado a hacer la calle
Pero ríe porque los otros siguen en la cárcel
Y tú saltaste al vacío, te arriesgaste.
Sí, lo cierto es que al final tuviste fe
Y te liberaste.

18.07.2013
C. Merino

miércoles, 17 de julio de 2013

¿Correr? Huiré con mis alas extendidas
Como si me persiguiera el diablo
Y siquiera mis demonios se atrevieran
A enfrentarse a su lengua, a sus ojos,
A su palabras envenenadas y marchitas
Que me oprimen el alma y mi corazón
Llora a base de obstrucciones
Ansiando la operación que la sanidad
Retrasa a causa de las pocas subvenciones
Ansiando que le cosan en su interior
La bandera que ondea en mi vida
des-saturando todas y cada una de las arterias
Con el canto de las sirenas a la libertad.

17.07.2013
C. Merino

martes, 16 de julio de 2013

Podría haberlo dado todo
y te lo podría haber dado a ti
pero decidí esconderte
porque un día, en algún momento
te irás, y lo harás sin mí.
Me abandonarás como todos
y me hartaré de husmear viajes
en los que pudiste huir.
Así que prefiero mantener el recuerdo
echarte yo antes de que lo hagas tú
porque espero no sentir nada
y ya no ver luces en tu mirada
perdida, entre las nubes del tiempo
donde no pude alcanzar las horas
porque ni los segundos encontraba.

16.07.2013
C. Merino


domingo, 14 de julio de 2013

Hubo verdades que no nos dolieron
pero el olvido...
acabó con todo el nosotros
que jamás pudo existir
más que en mi mente
y en algunos de tus sueños.

C. Merino

14.07.2013

sábado, 13 de julio de 2013

Te hubiera mecido entonces,
entre mis pensamientos agrios.
Y te hubiera abrazado toda la noche
si te hubieras dejado.
Hubiera cantado cada tecla de piano
que mis dedos desconocerían.
Hubiera. Y todo quedó así,
en hipótesis estancada.
Todo quedó en un hubiera
encontrado en punto muerto
y sin marchas.

13.07.2013
C. Merino
Creo que nunca supe
De qué color eran tus ojos.
Sólo sé qué veía en ellos
Y jamás entendí ese cautiverio
En el que me veía encerrada,
A voluntad, gustosa.
Y sin embargo, no pude,
De veras, lo juro,
No pude amarte tanto
Como quise a tus ojos
Que me mostraban tu alma
Cada hora, cada día
De un color que cambiaba.
Me enamoré de todos.
Y me pregunté si algún día
Sería una luz tan potente
Que podría alumbrarlos.

13.07.2013

C. Merino

viernes, 12 de julio de 2013

No había más mentiras
Que las que yo me contaba.
Me enredaban y enverdecían.
Todo era verde, azul, amarillo.
Todo eran colores
Y mi alma los ensombrecía.
Los golpes me levantaron
Hace tiempo
Para que no durmiera
Y me evadiera.
Me cortaron y sangré
Como jamás creí
Que podía hacerlo.
Me maltraté a mi misma
Y me tiré, por el desguace,
Dando vueltas,
Oliendo a mierda,
Corriendo, para encontrarme.

12.07.2013
C. Merino
También podría morir y no preocuparme por nada,
Y así darle alivio a mi alma.
Podría irme y huir cerca,
Para encontrarme lejos.
También podría dejarme morir
O esperar a que me mataran.
Podría esperar a ahogarme
O a ser quemada y no preocuparme por nada.
Saca la pistola y dispara
O vete donde no me veas
Quizás no me soportes desconchada
Abatida, ahorcada en porcelana.
Soy el desperdicio que lanzan al mar,
Y luego como ola me rompo en las costas
Y me parto las alas.

12.07.2013
C. Merino

miércoles, 10 de julio de 2013

No hay nada mejor que haber mentido.
No hay nada que supere el mentir ahora mismo.
Esconderte en la casa de los espejos eternos
Para creer que eres lo que los demás quisieron.

Limpiarte las heridas con una lengua sangrante
E infectarte los morados y las contusiones.
Darte cuenta de que solo hay puertas cerradas
Y que los traidores te han quitado todas las llaves.

No hay nada mejor que intentar llorar a solas
Mientras no haya otras gotas que te sequen la cara
Rompiéndote el corazón con los trozos arrancados
Que quedaron del paraíso de tu infancia.

No hay nada como dejar que rían por tus labios.
Que sonrían en tu cara los desconocidos de los bares
Y que pises con tus tacones de aguja los sueños
Que alguna vez pensaste que podrían tener alas.

No hay nadie en ti que pueda ver otro amanecer ya.
Han esperado los ocasos en las playas del este
Y han intentado saludar a tus mentiras desde el puerto
Pero ya sabían que, desde hacía tiempo, no eras suya.

Hubo un barco que cogiste para que nadie te salvara.
Te despediste del sol para que nadie fuera en tu busca.
No quisiste más traiciones por parte de las verdades
Pero tampoco quisiste oír a las mentiras burlarse.

No habrá nunca la esperanza de que vean tu alma.
Los ángeles se extinguieron hace demasiado tiempo
Asustados por interiores como el tuyo o el mío.
Extinguimos a los únicos que podrían ahora salvarnos.

No habrá nunca quien escuche tus pasos en la niebla
Amortiguados por las maderas ennegrecidas del tiempo
Y tu soledad se irá acrecentando con intensidad.
Y de repente,
Verás que la puerta de tu jaula se encontraba
Desde hacía muchísimo tiempo, abierta.

Y suspirarás,
Aliviada por ver que los demás pájaros siguen encerrados
Demasiado ciegos para ver lo que tú has podido ver.
Los pájaros demasiado tuertos para apreciar una horca

Ahí a lo lejos,
Siguen cantando esperando a la parca y su instrumento,
Y no han visto que por conseguir, no han conseguido nada.
No han visto que por tener, no tienen absolutamente nada
De lo que creyeron poseer.


C. Merino
Te siento justo ahora tan cerca…
Sólo te siento a ti y a nadie más.
Tu suave corazón en tu boca.
Y tu cuerpo yéndose de compás.

Tus labios temblando hermosos.
En tu éxtasis tu espalda arqueada.
Todos tus sentidos experimentados.
Todas tus extremidades tensadas.

Tu cintura en mis trémulas manos.
Palpitaciones aproximadas.
Tus ojitos en colores blancos.
Dedos andando igual que arañas.

Susurros y suspiros encerrados.
Arañazos rasgando las sábanas.
Y tu cuerpecito sufriendo espasmos.
Lo consientes y también te rasgas.

Eso no lo podrías jamás negar:
tú disfrutaste en esos minutos,
al armar jaleo y al provocar,
y al enloquecer sólo en segundos.

Raspaba el aire de la habitación
tu voz ya tan exhausta y quebrada,
junto a súplicas de pasión
que incluso a animales asustaba.

El universo entero seguro lo sintió.
Bebió de tu placer, encandilado,
y en medio de la noche también gritó.
El despertador estaba sonando.

C. Merino

martes, 9 de julio de 2013

Hace poco me fui de viaje, hice un tour emocional por la ciudad. Desconché algún corazón y sacrifiqué la lógica a favor de la locura. La cordura quedó enterrada en otro estadio, en otro click que mi cuerpo no entendía. Y desangré mi cuerpo para compartir desde lo más profundo, para mezclar sangre, a ver si enfermaba al fin. Temerosa estaba de mis decisiones, de los placeres que llamaban a mis ojos, a mi boca, a mis huellas perdidas. Y también sacrifiqué el miedo en honor a Dionisio renegando de mi Apolo, el más bello. O quizás feo y mis ojos se han entelado. Y mi alma se ha agitado y despertado del sueño, que no era sueño y era la vida asemejada a una poesía entrecortada que humedece mis pies. También tiré al vacío las claves de mi ser, perdidas ya como la Atlántida, convirtiéndose en leyenda, una que sólo yo sé.  Y seguí partiendo piernas en vez de corazones y desgasté vidas. Fue un viaje que no se olvida, donde no gasté nada, sólo mi tiempo, si alguien lo apreciaba. Me di en completo sin esperar recibir nada. Y eso era lo que conseguiría, nada de nada. Esta es la vida que me ha tocado, la nada que es mi pesadilla y el olvido, que acompaña, que son las manos que me ahogan hasta la creación de una cita para mi tumba.

09.07.2013
C. Merino.

lunes, 8 de julio de 2013

Somos los olvidados que respiran,
Resurgidos de las tumbas de los condenados.
No hay luz en nuestras moradas ocultas
Y solo de noche nos ves vagando.

Crees que somos únicos y eternos,
Que nadie más se ha fijado en ello.
Somos los olvidados que perdonamos
Y nuestra pasión a todos concedemos.

Nuestras tumbas han sido perturbadas
Como antaño nuestros cuerpos asediados.
En nuestro interior la sangre canta
Tiñendo de rojo todas nuestras lágrimas.

Besamos siempre tus labios marchitos,
Enrojeciéndolos a nuestro tacto.
Y nos escondemos entre tus secretos.
Se ciernen cerca los recuerdos del pasado.

Huelo tu miedo por entre las piedras.
Somos los olvidados que acechan.
Preparados para alimentarnos estamos,
Caemos ante la sed de nuestros cuerpos.

No soy el único con poder que anda a oscuras.
No hay cura para nuestra enfermedad.
Pero aún sabiendo de mi dolencia, no te vas.

Hay muchos más que cantan ante el cielo.
Somos los olvidados, los renegados, los demonios.
Aún así rogamos a Dios pues estamos enfermos.

Estamos enfermos y suplicamos en vano.
Suplicamos en vano pero jamás desistimos.
Tenemos pocas esperanzas si no existe el milagro.

Somos los olvidados discípulos del mal,
Y bailamos y cantamos sin cansarnos
Porque gente como tú es nuestro manjar.

Somos los dueños de la noche prendida.
Hemos violado miles de veces los astros
Alimentándonos de su luz acalorada y encendida.

Somos los olvidados, los discípulos malignos.
No somos de los que van a dejar de pecar.
Soy aquel que le da cuerda al pájaro,
Espantando así al gallo, para que calle al despertar.

Deberías sentir miedo en estos momentos.
Pero aquí sigues.
Aquí estás.

C. Merino

sábado, 6 de julio de 2013

Deseo

En mi pecho tengo un anhelo,
Más grande que el océano infinito,
Más oscuro que el lejano firmamento.

En mis ojos oculto mis secretos,
Como si fueran rubíes robados,
Para que nadie pueda internarse en ellos.

Mi anhelo es desconfiado y solitario,
Amamantado por la desesperación de mi cuerpo,
Observador gustoso de mi alma resquebrajada.

Mi anhelo es como el veneno,
Que corre por mi interior lento,
Sabiendo que jamás podré cogerlo.

Mi anhelo existe para no nacer,
Existe solo para siempre morir.
Aparece cuando siento un tremendo exceso.

Mi anhelo es tan inaccesible,
Que hasta lo posible confundo,
Y pienso que jamás podré obtenerlo.

Mi anhelo expira cuando gano,
En el olvido encuentro mi silencio,
Un yo mudo que no sabe defenderse.

Ese anhelo forma parte de mi pecho,
No hay cirugía que me ayude,
El dolor es el camino hacia mi entierro.

C. Merino

--

Estoy en el no vacío,
Me encuentro donde no existe la gravedad
Y no hay norte.
Mi brújula se paró hace tiempo
Y no me percaté hasta que fue tarde.
Los demonios me rodean en la inmaterialidad
Y lo oscuro se ha convertido en mi hogar.
Estoy pisando mi pasado,
Mis principios, mi moral.
Estoy ante la renovación total
Conquistada esta noche por los demonios
Que me elevan a mi propio pedestal.
Mis demonios, mis amores, mis amantes.
Vosotros, que causáis mi liberación
Y la liberación de mi persona,
Nos os vayáis, porque yo soy la diosa.
Soy la reina, ni si quiera la princesa
Y como concubino tengo la soledad.

No os vayáis dudas,
Que me hacéis volar.
No os vayáis, ninguno,
Que me hacéis mirar
Y me hacéis ver sin vendas.

06.07.2013
C. Merino

viernes, 5 de julio de 2013

Dónde me encontraba

Dónde estabas cuando derramé lágrimas en mi estancia
En la luna, cuando me sentía tan abandonada.
Dónde ibas a aparecer cuando quise tirarme por la ventana
Y blandir mi espada contra mi misma piel.
A veces las cosas suceden porque deben suceder.
Y yo acepto indiferente el hado que se me acerca.
Controlo el dolor que viene a enfrentarme.
Dónde estabas cuando me clavé esas agujas en los ojos
Para no poder ver más este horrible mundo.
Dónde te encontrabas cuando me corté las alas
Para poder dejar de volar tan alto, y así respirar.
Dónde estabas cuando tuve que sacrificarme,
Cuando despedacé mi alma.
Tú no estabas cuando me quedé sin nada,
Cuando lo que tenía desapareció de mis manos.
No estabas cuando me quitaron lo más preciado
Que tenía hasta entonces, mis extremidades, mis dedos.
No estabas cuando quise morir cuando esto sucedió
Cuando veía que mi luz se apagaba.
Sabía que ese momento llegaría, y te avisé con tiempo.
Pero no estabas cuando ocurrió el hecho.
Dónde estabas para evitar que muriera
Cuando perdí el sentido de mi existencia.
Dónde estabas para enfrentarte a la parca,
Cuando vino a mí al avisarla.
Dónde estabas cuando yo no pude conmigo misma
Y dejé caerme desde aquel alto piso
Para no recordar qué era la vida.
Por qué aquello dolía. Recordar dolía.
Dónde estabas para salvarme.
No estabas allí entonces.
No hay futuro en el que enmendar nada.
No hay futuro para mí ahora que no brillo.
Y tú no estabas cuando dejé de hacerlo.
No te encontrabas aquí para que continuara con ello.
No oí las esperanzas, ni sentí consuelos.
No visioné alegrías, ni agradecí las lágrimas.
Perdí el brillo y el sentido de mi existencia.
Dónde estabas tú entonces, dónde estabas.

C. Merino.

jueves, 4 de julio de 2013

A la esperanza

                            Para Alqehos. Escribe para liberarte.

Los delirios se quedaron encerrados
En la jaula, y no supieron huir.
Las notas del piano se quedaron mudas
Y rompieron los cristales de tu alma.
Los pájaros intentaron volar
Pero los barrotes les ahogaban.
Era el destino, era la vida
Que les presionaba.
Pero saqué el sol de su escondite
Para que derritiera tu cárcel,
Y pudieras aullar al sol que es luna.
Para que pudieras aullar a tus demonios
Y mantenerlos lejos,
Porque no eres tan humano.
O quizás mienta, porque todos deliramos,
Y algunos no hemos creído tus labios.
Lobo, aúlla a los delirios,
Que no están por más tiempo encerrados.

miércoles, 3 de julio de 2013

Conmigo

Qué pasará sin la luz
cuando estoy siempre perdida.
Mis alas están rotas
y me duele el alma.
Me desplumaron los sueños
y la vida me abandona.
Dónde estarán los latidos,
que han olvidado mi nombre.
Qué pasará con el vacío,
cuando el agua me ahogue.
Qué pasará conmigo,
ahora que estoy sola.
Dónde irá mi recuerdo
si el mar arrasó mi cuerpo.
Qué pasará con mi luz,
que no la encuentro.
Qué pasará conmigo,
que no estoy.

C. Merino

martes, 2 de julio de 2013

Proyecto Ada: Distorsiones en el cielo 1.

1.

Me desperecé lentamente, intentando no molestar a Abel. Últimamente había venido más de lo normal a mi apartamento, sintiéndome cada vez peor, pero sin saber, realmente, cómo actuar. Le miré y me di cuenta de que las cosas no se verían tan mal si alguien miraba desde fuera, e incluso esa persona pensaría que debería agradecer lo que tengo. El reloj marcaba la seis y aún quedaba tiempo que malgastar antes del ensayo de la orquesta. Así, me levanté con desgana hasta llegar al cuarto de baño y me lavé la cara. Me fijé en mis ojos reflejados en el espejo, verdes oscuro acusadores. De pronto noté como el aire me empezaba a faltar, como el sudor me empapaba y como el pánico iba ganando terreno en mí. Tranquila, ya no puedes perder a nadie más, no te pasará nada, controlas esto. Cerré los ojos y respiré hondo, una y otra vez, mientras me agarraba con fuerza a la encimera. El sonido de un potecito tocando algo sólido me alteró aún más. Abel me brindaba las pastillas que me había dejado en los tejanos del suelo de la habitación. Se lo cogí con rapidez, deseando terminar con eso. Abel me abrazó de pronto, respirando mí cabello, rizado, crespo, largo. Esos momentos me torturaban. Quisiera corresponderle con tanta fuerza como la que él me mostraba, o al menos con alguna. Sabía que él podría ser mi casa, mi apoyo y mi todo, pero no podía contradecir lo que sentía. Sabía además, que él conocía mis sentimientos, y que aunque le doliera, iba a dejar que lo usase, temiendo siempre que me fuera para siempre, algo que tarde o temprano ocurriría. No estaba preparado para ese momento. La culpabilidad me abraza.
-         Gracias – era lo único que se me ocurría decirle en este momento. Yo era como una muñeca, sin  fuerza, y él intentaba sostenerme. Abel se apartó un poco y me besó la frente. Yo solo quería reposar mi cabeza en su pecho y recorrer con mis dedos su torso y luego acariciar su cara. Eso para mí era un intento de mostrarle mi cariño. Exclusivamente mi cariño.
-          Aún no entiendo por qué no vienes nunca a mi piso.
-          Siento no quedarme siempre.
-          Jamás te quedas. – su voz siempre sonaba dulce, pero esta vez había también
tristeza.
-      Lo siento. De verdad que lo siento. – en este punto me sentía tan deprimida que no pude evitar llorar, cuando debería ser Abel quien lo hiciera, por todo el caos que he causado en él. Si a causa de su sufrimiento su cuerpo estuviera cubierto de cicatrices, no me extrañaría verlas cubriendo cada tramo de su piel.
-           No importa, no importa. – se apresuró a consolarme – No debí decir eso. Sabes que
a mí no me importa que vengas. Siempre que vienes es un consuelo.
-          - Yo pensaba que era más una tortura.  – al menos al decir esto conseguí que riera.                                              - Pues lo prefiero.
Me envolvió en sus brazos y me dio un gran abrazo de oso. Me conocía lo suficiente como para saber que con eso consigue que sonría. Me sequé las lágrimas con un trozo de la camiseta ancha que llevaba para dormir.
-          Vamos a la cocina. Voy a alimentarte, que de aquí a nada serás capaz de atravesar las paredes.
No pude evitar sonreír de nuevo. Abel era encantador. Siempre atento, caballeroso. Siempre adorable mientras jugueteaba con su pelo rubio y lacio, siempre sincero cuando mirabas a esos ojos color miel. Siempre perfecto para todos y amado por el mundo. Menos por mí. Y lo intenté muchas veces, pero en las causas perdidas, como buen calificativo, no hay vuelta atrás.