Estoy permitiendo
Que la medicación
no resulte.
Sé que sólo ocupo
un espacio,
Pero pronto dejaré
de hacerlo.
Me han abandonado y
no sé cómo
Ver la soledad
Si no es como otra
imposición,
Otra cadena para
que mi creatividad
Deje de escribir.
He tenido que
existir
Para sentir el
dolor, la tristeza.
Que quiero a
alguien que no existe,
Quiero al
inexistente vacío de un nombre
Y he tenido que
crecer como marea que no consigue
Golpear nunca las
rocas de las cuevas.
Imagínate
Si salgo por la
mañana
Me emancipo en
pensamiento
Y, después de soñar
mil veces con tus ojos,
No hay extraño en
el que no intente encontrarte.
Y nunca lo consigo.
Sabemos que, al
final, acabaré muerta,
Y no se podrán
reconocer en las tumbas
Los antiguos ojos
negros,
La mirada deshecha,
El fanatismo de sus
dedos en un papel en blanco
Ni lo especial que
te ves en su mirada.
Me tiembla el
pulso, me tiembla el llanto.
Creo que he llegado
en un momento
Del todo
equivocado.
O quizá sea cierto
Que ni si quiera
tendría
Que haber llegado.
Que este,
realmente, no es mi cuerpo.
Quizá me duela otro
corazón sin saberlo,
A las cuatro y
cuarenta y ocho de la madrugada,
Cuando las
pastillas han dejado de funcionarme.
Tal vez serviría aceptar
De una vez
Que, de otra
manera,
Me quieres.
Pero quizá sea
tarde,
A las cuatro y
cuarenta y ocho de la madrugada.
14.06.15
Cristina Merino
No hay comentarios:
Publicar un comentario