Cómo será ella si ya
se muere.
Quizá cuando la veas
No podrás reconocerla,
No podrás asegurarle
con los ojos
Que era cierto que os
queríais.
No habrá conversaciones
en verso,
Ni palabras.
No más articulaciones
con la boca,
Quebrarse los pechos,
Ni arañarse con los
gritos de lo que no ha sido.
No habrá marcas que
contabilizar
En las horas vacías
En las que ella ya no
está.
Se destrozarán los
pianos desde lo alto
De todas las torres
que ocuparon vuestros sentimientos.
Los suyos siempre
bien arriba,
Los tuyos siempre desparramados
por el suelo.
Cómo se encontrará
ella cuando la veas.
¿Habrá ya
desquebrajado, su piel, el tiempo?
¿Se habrán hidratado
de nuevo sus ojos?
No sé si la próxima
vez conseguirán decirte algo.
No sé si su voz podrá
pronunciarse,
Si no saldrán
graznidos y llantos,
Y todo, absolutamente
todo,
Será una jodida
mierda de encuentro.
No sé si merecerá la
pena ver los destrozos,
Aunque ella siempre pensó
Que las ruinas eran
bonitas,
Que las heridas
existían porque vivir
Era arriesgado.
Quizá cuando la veas
no podrás reconocerla,
Quizá sus ojeras son
demasiado pronunciadas,
Y ni si quiera habla
y sólo observa.
Quizá su corazón lata
muy fuerte
Y su cuello le juegue
malas pasadas.
Quizá sea que aún te
quiere.
Quizá sea que cuesta
olvidarse
Y, aunque no lo veas,
Se habrá mordido las
uñas para así,
No morderse las venas.
Te esquivará la
mirada.
Y verá el suelo como
único consuelo,
Que el cielo queda
muy lejos de ese lugar.
Que sí, que no hay
sitio perfecto,
Que las distorsiones
siempre están presentes,
Pero ella estaba
dispuesta a tu infierno.
Qué ocurrirá si, cuando la veas,
La tristeza le ha corroído
por dentro
Y lo que necesita es enfadarse con Dios si existe,
Besarte o patalear el suelo.
Qué pasará cuando me veas.
No sé si debo temer mirarnos.
14.06.15
Cristina Merino
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