Qué temor absurdo
Pensarte inexistente
Como si yo desapareciera
Y no pudiera concebirte.
Qué miedo atroz,
Pensar que tú desapareces
Para solo seguir existiendo
En unos ojos distintos a los míos.
Qué absurdidad temer
Por la expulsión de tus brazos
Por el desencuentro en tus labios
Y la negación en tu rostro.
Qué temor es este, en definitiva,
Que me invade
Y solo reconozco en él
Tu nombre.
18.03.15
C. Merino
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