© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


sábado, 21 de marzo de 2015

Bésame

Me duelen los labios
De tu boca
Mordiendo la mía.
La sangre ni si quiera coagula.
Sólo el borboteo
De tu cuerpo y tus ojos,
Cómo últimas palabras
Antes de dejarme morir.
No vuelves nunca
A morderme
Ni a besarme
Ni a acercarte.
Y mi mujer se encoje
Empieza a desaparecer.
Eso quieres,
Que me duelas al tacto.
Y me duelen los pálpitos
De contenerme
Porque tú te contienes
Y yo
Menos mujer me pregunto
Por qué,
Mientras la sangre
Deja de coagularse.
La mujer se da cuenta
De que sólo quiere que estés.
Se me derrama la sangre
Y la mujer cree
Que proviene de sus ojos
Y el dolor, no la engañen,
El dolor quizás venga del corazón
O tal vez de la cabeza.
La incontinencia  de la ansiedad
Se me derrama por el marrón
De los ojos.
Así se destruye la importancia.
Así, de cerca.
Sin la despedida
Ni el recuerdo
De tu cuerpo en el mío.
Y yo y la mujer prefiriendo
Una despedida deshecha,
Un abrazo nuevo sin la despedida.
El valor de enfrentárseme
Con la verdad
Y con la flor de tus ojos al despertar
De esa ansiedad incontenida,
De ese dolor insatisfecho.
Bésame de nuevo,
Bésame, bésame.
Miles de veces.
Bésame que soy idiota
Y necesito saberte
Para que mis labios dejen de arder.
Bésame ahora,
Que casi eres mi poesía
Bésame ahora que no quiero 
Que me dejes ir.

21.03.2015
C. Merino

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