Se desperdigan mis manos sin
poder alcanzar nada
Y despierto con el sonido de unas
pisadas
Que no llegan nunca a ningún puerto.
Os he dado la espalda, he
empezado a andar.
Os dejo con otra carta más, con
la despedida
En la soga que coloqué en esta habitación.
Cerré la puerta y coloqué el
cartel de “vida”.
Me dejé las llaves en el
recibidor,
Como bienvenida al primero que
tuviera que entrar.
Le dejé las escrituras de ocupación
a la vista,
Y unas flores bonitas en el
jarrón de la esquina.
Pedí que limpiara la mierda y
arreglara los destrozos,
Anotándolo todo en una servilleta
con restos de carmín rojo,
(Los últimos retazos de mis labios vivos)
Que yo me iba. Que me largaba.
Que a tomar por culo la casa, que
quería quemarla.
Que me entraba la tos con el humo
y moría.
Que joder, que adiós, que me
odiéis,
Haced que sea más fácil perder la
partida,
Haced que largarme sea un gozo,
un orgasmo, un placer.
Hoy confieso, por si la extremaunción
falla, yo claudico,
Que quisiera follarme a la muerte
a la hora de las brujas,
Descifrar el secreto que se
oculta debajo de sus faldas y la guadaña,
Y avivar todos los fuegos en los
que se me quiso quemar, condenada.
Implorar por el castigo justo
ante Dios en vez de clemencia.
Dejarme torturar y vaciar la
existencia de sentido alguno.
Rogar por las llamas que me
lleven ya esta noche,
Cargar y casarme contra y con la
locura,
Besar las estrellas en la
oscuridad, enamorarme de la otra cara de la luna.
Delirar a estas horas tempranas,
que las tardías me esquivan.
Suplicar por un poco de rasgueo
de guitarra,
Por si consigue conmover mis
lágrimas escondidas dentro
De la caja de Pandora que bauticé
como corazón de Cristina.
Ironizar con sonrisas obsoletas
mientras me ahogo.
Que me practiquen el boca a boca
y fallen en reanimarme,
No conseguir respirar porque he
decidido que está bien alejarme,
No hay otras opciones válidas que
me den ganas de regresar.
Ya no me queda más esperanza que
estas letras que construyen palabras,
Que me grito, por cierto, porque
he ensordecido al volverme vieja,
Por haberme hecho, Dios, que
murió en manos alemanas, tan joven.
Que la nada no pinta tan mal,
exista o no exista.
Que adiós, que buenas noches
vida, acúname hoy que necesito calor.
08.11.14
C. Merino
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