El destrozo se
perpetúa.
Llora helada la
estatua
Y en las mejillas
Se congelan las
lágrimas
En heridas
acogidas este otoño.
Había crímenes mayores
En el mundo
Que sacudían el
mármol
Y eras tú quien cometía
el mío
Día a día.
Tengo miedo
De que cualquier
posibilidad
Se emancipe
De mi vida,
Se extinga lejos
De tus manos
Cuando mi corazón
En el tuyo
Se muere
Y no llega nunca
el beso
Con el que vayas a
resucitarme.
No cesa el deseo
De un abrir de ojos
contigo
Muchísimo más
cerca,
De un aleteo que
endulza la vida,
De tu boca en la
oreja mientras duermo.
Pero ya te conozco
un poco,
Ya es hora de
abandonar,
Abandonada,
Hasta mis próximas
fuerzas,
Sin derecho a preguntar
Si seguirás ahí
Cuando vuelva,
Si yo sabré
encontrar
Un camino a ti
Y regresar
Cuando mis pies
Hace tiempo que se
hieren
Con lo que no
puede ser
Y las
imposibilidades me estacan la espalda
En mis últimos
suspiros,
Y se desangra,
Aunque no sea
visible la lucha,
De mis demonios,
En mi cabeza.
De mientras,
El cielo sigue
entintado de escarlata
En el pensamiento
de cualquiera hoy.
Podría haber sido yo
Y no sé
Qué habría pasado
contigo.
Para ti,
Todas mis alas.
Así que perdona la
actitud del miedo,
Que te habla,
Que vive aquí,
conmigo.
Intento liberarme
Y la esperanza, aunque no sirva,
Me mantiene deseosa
De todas y cada una
De tus posibles guerras.
15.11.15
Cristina Merino
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