Te odio y te condeno,
Sin miramientos,
Sin compasión que
valga
En mis ojos.
Sólo serán dos
esferas frías
Que miran hacia tu dirección
Y no consiguen verte.
No habrá más que repudiación
En mis manos y rechazo
En las palabras que te
escribo.
No te querré en mi
vida
En siglos de olvido
Para que no te de
tiempo a pensar.
En un tiempo no seré
la misma
Pensaré distinto y
seguiré
Con la idea de tu
mente
Fuera de mi vida.
La basura ya nos come
bastante,
Sobre todo ahora,
Que estoy a punto de
quebrar
En mi almohada.
Me invade la rabia y
el sinsentido
De saber que jamás
Podrás volver a
tenerme
De ninguna puta
forma.
Ya no perdono aunque se
sienta.
No tengo las fuerzas
de pensar
Fríamente y en el
karma.
No te compadezco,
Te odio y te condeno
Como últimos resquicios
De lo que fue esta
mierda.
Sé que no hablo yo,
que habla el dolor.
No por favor, qué
mentira.
Es mi yo letal y
furibundo,
Es cristina terca y
cabreada
Que habla mal e
insulta.
Soy yo quien habla,
Es cristina quien te
manda la mierda.
El dolor es sólo una
consecuencia
Igual que yo sólo he
sido un daño colateral
Efímero y sólo por un
tiempo.
Ya no existo y el
valor ha muerto,
Cómo cuando me
contaron
Que a Dios le
murieron.
Hace tiempo que no
rezo
Así que hará tiempo que
no te pienso
Y podremos olvidar
que esto es una carta
En la que sólo espero
que tu mierda sea
Por un tiempo igual que
mi infierno,
Por un tiempo igual
que el fuego
De esta malhablada
que arde
Arde y ya pierde la
consciencia
Por el inaguantable
arder.
Por ahora piensa que hace
poco escuché
Que el infierno está
cerca de lo que
Algunos creen es el
cielo.
Y por ti ya me doy
cuenta que no soy capaz
Ni de escribir bien
en las horas tempranas.
Eres la inquisición que
no quiere
A las pelirrojas y
persigues a mi don
Y ese don arde
conmigo y ha conseguido
Morirse también de pena.
El dolor demanda
sentirlo y en estas palabras
Habita el mío.
Tan lejos como pueda
del tuyo.
03.04.15
C. Merino
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