Las sombras se apagan
Y las luces ya no existen.
Los ojos de cristal han resultado
ser calaveras
Y en mis manos hay ríos de
sangre.
Brotan los arañazos
Y tus sonrisas me arrancaron la
piel.
Estoy agonizante mientras alzas
de nuevo tu mano
Y despedazas mi alma, brazo a
brazo,
Pie a pie y dedo a dedo.
Te has bañado en mi sudor rojo
Y las sombras se apagan
Porque tus luces lo alumbran
todo.
Dejaste pocos restos para el
cuervo.
Me conquistaste con cada muerte
Y ya no recordé nunca más qué era vivir.
14.11.2013
C. Merino
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