Para M, querida Petitenhance,
gracias por destruir mis propios muros.
La calavera se encerró
En sí misma.
Y su alma se prendió
Asustada por las cenizas.
El viento se ahogó.
Y yo miré a lo lejos.
Tú miraste en mi interior.
03.08.2013
C. Merino
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