La fe se perdió por el laberinto
De sentimientos de nuestros cuerpos.
Aún hoy pides perdón a mi sombra,
Y suplicas por la oportunidad perdida.
El recuerdo se destruyó hace tiempo, y me
lavé
Con nuestro sudor para que despareciera.
La muerte se olvidó de tu existencia,
No quiso recordar todos tus nombres.
El dolor era demasiado grande,
Así que quemé el mundo para olvidarte.
Sólo si no había mundo, solo entonces,
Comprendería que no existieras.
19.08.2013
C. Merino
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