No se podía dormir en esa casa.
Un hogar con un latido muy fuerte,
A punto de doblegarlo
A cada bombardeo,
Manteniendo la vida.
La sangre plagada de angustia,
Tóxica,
Y un cuerpo arqueado
En silencio,
Para que nadie lo salvara.
Su alma alejándose de sí
Aunque hacía
tiempo
Que no era suya,
Aunque tampoco resultara suficiente.
Y el universo estrellándose
En su pequeñez
Atravesada por pequeñas estrellas en ese arco perfecto.
El mundo concentrado en un vientre
Suplantando a Nut en el cielo.
Que no se asesine al sol tras la noche.
Necesito sobrevolar las heridas con luz.
Esa que existe porque,
De vez en cuando,
Aparece.
Sé que existe.
Y mi cuerpo se estrella contra el suelo,
Descansado.
Tras la oscuridad la luz me deslumbra como nunca en él.
Como siempre.
Te oigo gritar en las tinieblas
Pero he protegido el cielo.
Ya lo sabes.
Podrías alcanzarme siempre que quisieras.
Cristina Merino
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