A
veces siento que me pierdo,
Saber
que no soy ni nunca he sido.
Que
las sombras a veces se aparecen
Más
a menudo de lo que deberían
Y
que hay nombres que condeno y crucifico
Porque
me atormentan
Y
me incitan a irme,
A
olvidarme de mí misma
Porque
no hay drogas en las farmacias
Para
mis trastornos.
Los
abismos no se salvan
Ni
se saltan en vuelos.
A
veces, los abismos sentencian,
Y
la condena de conocerte,
Aunque
jamás te haya visto,
Parece
demasiado grande.
Eres
el fantasma oblicuo de una profecía
En
la que no podemos vivir juntas.
Afirmo
que no puedo existir donde tú existas.
Y
si lloro, no es por tu culpa,
Ni
por lo malo que en mí provocas.
Es
por lo que te llevas de mí
Cada
vez que apareces
Aunque
no escribas.
Aunque
todo.
Porque
los nudos en la garganta
No
se deshacen a cuchillos.
Porque
lo imposible,
Me
contaron,
Se
conseguía un poco más tarde.
Pero,
Quizás,
No
lo sé
Ya
no les creo.
Quizás,
no sé,
Me
llamen desesperanzada
Que
no deja de luchar
Por
una causa que alguno llamaría perdida.
No
puedo.
Casi
se va
Mi
debilidad favorita,
Y
aunque algunos se empeñen
En
creer que respirar es un vicio,
Necesito
esos pulmones cerca
Para
seguir viviendo.
Aunque
sea imposible.
Cristina
Merino
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