© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


lunes, 8 de julio de 2013

Somos los olvidados que respiran,
Resurgidos de las tumbas de los condenados.
No hay luz en nuestras moradas ocultas
Y solo de noche nos ves vagando.

Crees que somos únicos y eternos,
Que nadie más se ha fijado en ello.
Somos los olvidados que perdonamos
Y nuestra pasión a todos concedemos.

Nuestras tumbas han sido perturbadas
Como antaño nuestros cuerpos asediados.
En nuestro interior la sangre canta
Tiñendo de rojo todas nuestras lágrimas.

Besamos siempre tus labios marchitos,
Enrojeciéndolos a nuestro tacto.
Y nos escondemos entre tus secretos.
Se ciernen cerca los recuerdos del pasado.

Huelo tu miedo por entre las piedras.
Somos los olvidados que acechan.
Preparados para alimentarnos estamos,
Caemos ante la sed de nuestros cuerpos.

No soy el único con poder que anda a oscuras.
No hay cura para nuestra enfermedad.
Pero aún sabiendo de mi dolencia, no te vas.

Hay muchos más que cantan ante el cielo.
Somos los olvidados, los renegados, los demonios.
Aún así rogamos a Dios pues estamos enfermos.

Estamos enfermos y suplicamos en vano.
Suplicamos en vano pero jamás desistimos.
Tenemos pocas esperanzas si no existe el milagro.

Somos los olvidados discípulos del mal,
Y bailamos y cantamos sin cansarnos
Porque gente como tú es nuestro manjar.

Somos los dueños de la noche prendida.
Hemos violado miles de veces los astros
Alimentándonos de su luz acalorada y encendida.

Somos los olvidados, los discípulos malignos.
No somos de los que van a dejar de pecar.
Soy aquel que le da cuerda al pájaro,
Espantando así al gallo, para que calle al despertar.

Deberías sentir miedo en estos momentos.
Pero aquí sigues.
Aquí estás.

C. Merino

1 comentario:

  1. Tiene muchísima fuerza este poema, resuena como el eco de muchas voces en la mente que lo recitasen. He estado leyendo tus poemas y me has sorprendido por la calidez con la que describes un ambiente un tanto desolador. Enhorabuena y te animo a que continúes con este espacio que por lo que veo es aún muy joven. Merece la pena.

    También quiero invitarte a pasar por mi espacio, El Trovador Errante, para compartir impresiones poéticas.

    Un saludo y un placer,
    Pedro.

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