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martes, 9 de julio de 2013

Hace poco me fui de viaje, hice un tour emocional por la ciudad. Desconché algún corazón y sacrifiqué la lógica a favor de la locura. La cordura quedó enterrada en otro estadio, en otro click que mi cuerpo no entendía. Y desangré mi cuerpo para compartir desde lo más profundo, para mezclar sangre, a ver si enfermaba al fin. Temerosa estaba de mis decisiones, de los placeres que llamaban a mis ojos, a mi boca, a mis huellas perdidas. Y también sacrifiqué el miedo en honor a Dionisio renegando de mi Apolo, el más bello. O quizás feo y mis ojos se han entelado. Y mi alma se ha agitado y despertado del sueño, que no era sueño y era la vida asemejada a una poesía entrecortada que humedece mis pies. También tiré al vacío las claves de mi ser, perdidas ya como la Atlántida, convirtiéndose en leyenda, una que sólo yo sé.  Y seguí partiendo piernas en vez de corazones y desgasté vidas. Fue un viaje que no se olvida, donde no gasté nada, sólo mi tiempo, si alguien lo apreciaba. Me di en completo sin esperar recibir nada. Y eso era lo que conseguiría, nada de nada. Esta es la vida que me ha tocado, la nada que es mi pesadilla y el olvido, que acompaña, que son las manos que me ahogan hasta la creación de una cita para mi tumba.

09.07.2013
C. Merino.

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