© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


miércoles, 26 de junio de 2013

Ya no reconozco esos ojos que me miran.
Se han cristalizado hasta morir.
Están sin vida, inertes.

Ya no quiero que reconozcas mis labios,
Fríos, recordando tu tacto,
Amoratados.

Ya no hay melodías que nos interpreten.
Las notas se fugaron, un día,
Por la ventana.

Ya no hay nadie que nos reconozca,
Por el “nosotros”, que quedó
Aprisionado.

Ya no se reconocen miradas cómplices.
Los recuerdos se han gastado,
Ahogados.

Nos alegramos los dos, admitámoslo.
Terminar era nuestro anhelo,
Secreto.

Ahora vamos siempre de entierro.
No hay misas los domingos,
No han vuelto.

En nuestras lápidas rezarán estas palabras
Dolorosas, recordándonos
Que no éramos nada.

CM

No hay comentarios:

Publicar un comentario