© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


viernes, 28 de junio de 2013

Tengo un problema con la eternidad. Sueño con ella, la agarro y se desvanece. No está hecha para mí. Solo puedo conseguir lo efímero de cada momento, aunque no lo quiero. Ni las palabras se conservan. Mi última esperanza muere ante la verdad opresora, que está aquí, en mi pecho, sin dejarme respirar. Mis lamentos son como los de un perro herido. No habrá nadie que me ayude a vivir, aunque muchos estén ahí para verme desfallecer. Mi batalla no se encuentra dentro de los límites permitidos de todo humano. Mi guerra finaliza con la parca a mi lado, y con la soledad como recuerdo. No me valen los a veces. No me valen los quizás. Solo pienso en lo que perdura, es mi obsesión que me hará perder la cordura, otra fotografía para llevarme a la tumba. No hay recuerdos memorables, solo hay acantilados con mareas demasiado altas. No hay promesas, pues son todas ciegas. No hay personas, porque hago que desaparezcan. Ya no hay lágrimas, porque la muerte no me dejó llevármelas. No quedan victorias, porque ésta levantó el vuelo con sus alas, y en el horizonte desapareció. Soy yo contra el muro más grande de todos. Nadie lo derriba conmigo. Todos han abandonado el proyecto. O me han abandonado a mí. Quizás por ver que estaba demasiado sucia, o demasiado rota. Demasiado todo. Ves que la gente tiene caminos claros, y que el tuyo se distorsiona en un bucle de desesperación y miedo. No hay riesgo tampoco. No hay quien me enseñe a avanzar. Parece que nadie sabe los pasos para poder superar el obstáculo. Todos mienten. Y aquí estoy cerrando otra puerta, echando la llave y comiéndomela. Estoy aquí en mi nicho, mirándome en modo pasado, viendo que no hay más futuro. Cuando todo es negro hay algo que hacer, cuando todo es gris es complicado.
Me lamento por lo sola que estoy pero, ¿quién sino yo escogió esto? Es mi situación porque no hay nadie que me vaya a convencer. He puesto muchos puntos, pero este será el último punto y final. Nadie va sentir compasión por el telón que se ha soltado, nadie sentirá pena por la mala actriz que había actuado. Nadie recordará al teatro abandonado. Nadie se parará a mirar sus ruinas. Y así es la vida. No vale con sobrevivir ahora, vale con saber vivir, aunque sin querer yo misma me lo impida.

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