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martes, 6 de octubre de 2015

Aquellos eran los deseos
Que no se cumplían,
Llamando a la puerta,
Pertenecientes
A la desdicha,
Al corazón oxidado
De un pecho
Roto en paja y fuego.
El rezo era inútil,
Dios no respondía al llanto,
La musa ensordecía,
El consuelo se inundaba de heridas
Y los ojos
Se convertían
En frío latente
Tras lo que parecía calor.
Los deseos, lo cierto,
Es que no se cumplen
Por alto que los pienses,
Que los pidas,
Que los amamantes.
Los sueños
Se rompen
Cuando oyen tu nombre.
La sombra te encarna
Y el ángel
Se despedaza en el suelo
Y se estrella
A salud
Del deseo de una inquietud más
Bautizada con tus manos.
Me ahogabas en lágrimas,
Provocabas en mí,
Lo más precioso del mundo.
Mi deseo mirando siempre
Al lado opuesto de mis ojos,
Hacia otro universo
Más amplio
Que el que yo
-Y mi mirada-
Pudiera encerrar.
Siempre lejos
De los deseos.
Siempre el deseo lejos
De mis deseos.
El cielo se burla de mí
A estas horas
Porque no lo alcanzo.
Ya me han vedado
El paraíso.
Niña,
Yo a ti no.
Aparece tras de mí,
Y tras de ti,
El abismo.

06.10.15

Cristina Merino

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