© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


lunes, 9 de marzo de 2015

Se corrompen mis pasos por tu acera.
Mis alas se despluman, cazadas por tus caricias.
Eran tus calles desoladas y sin nombres,
Las que me mataban,
Alejadas en un mar sin horizonte, en el frío.
Y el oleaje.
Se respiraba a salitre cuando intentaba
Perdonarme por ansiarte ante tus ojos,
Por arremeter contra las olas azules de tu mirada.
Reposar en esa orilla,
Dejar de controlar lo controlable.
Besarte, como si no hubiera miedo.
Como si me robaras.
Y preguntarme qué harás con el pavor,
Con mis silencios y mi sangre.
Porque hay mucha sangre, mucha desesperación,
Muchos barcos que van a mejor puerto.
Qué harás con el miedo que te doy cuando te beso.
Con un yo enfermo y tembloroso que se esconde.
Qué harás cuando mi miedo me despedace.
No sé si será contagioso,
Ni si mi miedo podrá destrozarte.

22.01.15

 C. Merino

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