© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


martes, 30 de diciembre de 2014

Se avistaba el humo,
Y tus dedos luchando con cada tecla,
Desprendiendo fuego.
Mi mirada se relajaba, en los silencios,
Pendiente del choque de la carne.
Las pausas se antojaban demasiado breves,
El resoplido de tus manos se volvía azaroso
Y lo más antinatural que ocurría, era dejar ir el aire,
Excepto, quizás, por mis lágrimas.
Me dolían tanto los oídos,
Que quise arrancarme los ojos.
Estabas acabando con todo,
Menos con el sufrimiento en las notas.
Me imaginaba un paisaje oscuro y liso,
Mientras te abstraías.
Habría sólo un árbol, un ciprés alto,
Y como una escena rodada en cámara lenta,
Con la banda sonora en tus manos.
Te acercarías como quien no quiere llegar,
Dejarías de tocar y extenderías los brazos,
Y tu música se me antojaría triste, fúnebre y vacía
Alcanzando al ciprés que rompe con la claridad
De una mañana sin tu existencia.
Ni la mía.
Con olor a renacimiento, pero también a muerte.

30.12.2014

C. Merino

No hay comentarios:

Publicar un comentario