© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


sábado, 8 de noviembre de 2014

La terminal del desastre y la despedida

Se desperdigan mis manos sin poder alcanzar nada
Y despierto con el sonido de unas pisadas
Que no llegan nunca a ningún puerto.
Os he dado la espalda, he empezado a andar.
Os dejo con otra carta más, con la despedida
En la soga que coloqué en esta habitación.
Cerré la puerta y coloqué el cartel de “vida”.
Me dejé las llaves en el recibidor,
Como bienvenida al primero que tuviera que entrar.
Le dejé las escrituras de ocupación a la vista,
Y unas flores bonitas en el jarrón de la esquina.
Pedí que limpiara la mierda y arreglara los destrozos,
Anotándolo todo en una servilleta con restos de carmín rojo,
 (Los últimos retazos de mis labios vivos)
Que yo me iba. Que me largaba.
Que a tomar por culo la casa, que quería quemarla.
Que me entraba la tos con el humo y moría.
Que joder, que adiós, que me odiéis,
Haced que sea más fácil perder la partida,
Haced que largarme sea un gozo, un orgasmo, un placer.
Hoy confieso, por si la extremaunción falla, yo claudico,
Que quisiera follarme a la muerte a la hora de las brujas,
Descifrar el secreto que se oculta debajo de sus faldas y la guadaña,
Y avivar todos los fuegos en los que se me quiso quemar, condenada.
Implorar por el castigo justo ante Dios en vez de clemencia.
Dejarme torturar y vaciar la existencia de sentido alguno.
Rogar por las llamas que me lleven ya esta noche,
Cargar y casarme contra y con la locura,
Besar las estrellas en la oscuridad, enamorarme de la otra cara de la luna.
Delirar a estas horas tempranas, que las tardías me esquivan.
Suplicar por un poco de rasgueo de guitarra,
Por si consigue conmover mis lágrimas escondidas dentro
De la caja de Pandora que bauticé como corazón de Cristina.
Ironizar con sonrisas obsoletas mientras me ahogo.
Que me practiquen el boca a boca y fallen en reanimarme,
No conseguir respirar porque he decidido que está bien alejarme,
No hay otras opciones válidas que me den ganas de regresar.
Ya no me queda más esperanza que estas letras que construyen palabras,
Que me grito, por cierto, porque he ensordecido al volverme vieja,
Por haberme hecho, Dios, que murió en manos alemanas, tan joven.
Que la nada no pinta tan mal, exista o no exista.
Que adiós, que buenas noches vida, acúname hoy que necesito calor.

08.11.14

C. Merino

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