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jueves, 2 de octubre de 2014

Nos encontramos en una travesía sin luces.
Se han apagado los limites y se abren las ganas,
Cómplices de nuestras sombras y la locura.
Estamos donde en realidad no existe la calle
Y aún puedo perseguirte.
Quizá no alcanzarte, pues se me rompen los llantos,
Se me resquebrajan los labios que resiguen tus formas.
No hay putas que nos vigilen las manos,
Que me regañen por besarte con mis ojos en cada esquina.
No hay yonkis que me griten por arañarte, cuando agonizan en los bancos,
Por sacrificarte cada vez que soy débil
Y olvidarme de que existe un mundo que no te me ofrece.
Estoy más cómoda detrás de unas sabanas, y de una puerta.
Sin historias.
Sin pasado que nos persiga y aceche,
Para volarnos la cabeza, por locos, chalados, majaretas.
Serás tú la pistola que acabará conmigo,
Cuando nos amemos mal,
Cuando de repente sepamos cómo hacerlo
Y nos encontremos que no sabemos ni mirarnos,
Ni probarnos ni calibrarnos.
Cuando se caiga el cargador y se desperdiguen las balas.
Entonces, no habrá más locura sana,
De aquellas que echaré de menos.

16.07.2014

C. Merino

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