© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


sábado, 19 de julio de 2014

 La gilipollez era innata.
Se respiraba a algo absurdo que seguro podría ocurrir.
Sólo se oían tus blasfemias,
Condenando mis palabras, incitando a salir
A mis demonios.
Los paseos no se hicieron para mis collares,
Para mis mordiscos al aire
Y mi olfateo constante a tu piel, te irritaba.
Yo fui gilipollas.
Pero tú, tú fuiste estúpido, tonto, idiota.
Fuiste sólo tres palabras.
Mal dichas, tiradas y martirizadas en el pavimento
De tus cegueras.
Mis abismos aún podían permanecer a buen recaudo,
Si no te acercabas golpeando fuerte,
Pisando las paredes tontamente,
Estúpidamente,
Idiotamente,
Vagabundeando a mi alrededor,
Como sin dueño y callejero,
Machacando mis calles.

19.07.14

C. Merino

No hay comentarios:

Publicar un comentario