© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


domingo, 15 de noviembre de 2015

Sonrisa al aire.


El destrozo se perpetúa.
Llora helada la estatua
Y en las mejillas
Se congelan las lágrimas
En heridas acogidas este otoño.
Había crímenes mayores
En el mundo
Que sacudían el mármol
Y eras tú quien cometía el mío
Día a día.
Tengo miedo
De que cualquier posibilidad
Se emancipe
De mi vida,
Se extinga lejos
De tus manos
Cuando mi corazón
En el tuyo
Se muere
Y no llega nunca el beso
Con el que vayas a resucitarme.
No cesa el deseo
De un abrir de ojos contigo
Muchísimo más cerca,
De un aleteo que endulza la vida,
De tu boca en la oreja mientras duermo.
Pero ya te conozco un poco,
Ya es hora de abandonar,
Abandonada,
Hasta mis próximas fuerzas,
Sin derecho a preguntar
Si seguirás ahí
Cuando vuelva,
Si yo sabré encontrar
Un camino a ti
Y regresar
Cuando mis pies
Hace tiempo que se hieren
Con lo que no puede ser
Y las imposibilidades me estacan la espalda
En mis últimos suspiros,
Y se desangra,
Aunque no sea visible la lucha,
De mis demonios,
En mi cabeza.
De mientras,
El cielo sigue entintado de escarlata
En el pensamiento de cualquiera hoy.
Podría haber sido yo
Y no sé
Qué habría pasado contigo.
Para ti,
Todas mis alas.
Así que perdona la actitud del miedo,
Que te habla,
Que vive aquí, conmigo.
Intento liberarme
Y la esperanza, aunque no sirva,
Me mantiene deseosa
De todas y cada una
De tus posibles guerras.

15.11.15

Cristina Merino

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