© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


jueves, 19 de junio de 2014

Oigo tus suspiros rasgando las aceras.
Tus pasos resuenan tras tus ojos,
Condenados a esperar a que mi voz enmudezca.
Observas las curvas de la siguiente calle con esperanza,
Como si no compartiéramos escenario en este recreo.
Y si jamás me doy la vuelta ni te observo mientras jugamos
Al cazador y a la presa que jamás alcanzas.
Qué ocurre si no quiero que acaricies mi espalda,
Mientras mi boca te saluda en un grito asustado.
El ritmo se ralentiza en nuestras piernas,
Nuestros corazones ya no palpitan,
Intentando empezar de nuevo sin sentirnos fríos,
Mientras nuestras manos resiguen mi contorno a distancia.
Quizás nos equivocamos.
La espera se agota a mis pies.
No quiero pararme a rezar cuando me tengas,
Agotar mis nombres falsos demasiado tarde.
Temer por segundos sentir el peso de una eternidad que no me induce nada
Ni temblores ni bloqueos en los que mi mente abandona.
No quiero volver a pensarlo.
Pensar que estás detrás y no distingo la oscuridad
En la que me acechan tus labios y temo a tu boca,
Por si acabo mordida y pierdo.
No quiero que me congeles,
Me hibernes provocando a mi sangre,
Porque he decidido que cometo el error
De girarme,
Decidiendo verte.
Enfrentarme a tus ojos.
Acojonarme ante tu mirada.
Levantarme y aferrar tu cuello.
Acariciar tu pecho.
Hacer que temas mi máscara,
Que temas a mis ganas chorreando,
Empapándome y persiguiendo tu piel.
Porque me he girado,
Y te he visto suplicando a mi mano,
Convertida en pistola en tu sien.

19.06.14

C. Merino

No hay comentarios:

Publicar un comentario