© 2013-2017 Cristina Merino Navarro


domingo, 1 de diciembre de 2013

Las sombras se apagan
Y las luces ya no existen.
Los ojos de cristal han resultado ser calaveras
Y en mis manos hay ríos de sangre.
Brotan los arañazos
Y tus sonrisas me arrancaron la piel.
Estoy agonizante mientras alzas de nuevo tu mano
Y despedazas mi alma, brazo a brazo,
Pie a pie y dedo a dedo.
Te has bañado en mi sudor rojo
Y las sombras se apagan
Porque tus luces lo alumbran todo.
Dejaste pocos restos para el cuervo.
Me conquistaste con cada muerte
Y ya no recordé nunca más qué era vivir.

14.11.2013
C. Merino

No hay comentarios:

Publicar un comentario